En la presentación de De oro y de fuego
Los poetas Alfredo Rodríguez y Javier Asiáin antes de la presentación de 'De oro y de fuego'
Librería Mequierovivir, Pamplona 29 de Mayo de 2012
Librería Mequierovivir, Pamplona 29 de Mayo de 2012
Buenas tardes, amigos, muchas
gracias por haber venido, es un placer estar aquí, en este rincón tan parisino
de Pamplona, en esta hermosa librería de Arte, Mequierovivir, cuyo nombre a mí
me fascinó desde el principio, lo mismo que el local, cuando entré la primera
vez hace apenas un año con mi mujer, estar aquí, digo, para presentar este
libro, De oro y de fuego, con el lujo y el honor de estar acompañado de
mi amigo, el poeta Javier Asiáin, -entre nosotros se ha creado ya un vínculo,
una especie de hermandad poética.
Bueno, este poemario, De oro y de
fuego, cuenta la historia de alguien, un hombre en este caso, que siente el
impulso irresistible de crear, de escribir poesía, alguien cuya fe reside en
aquello que valora por encima de todo: el arte, su belleza y su verdad. El
personaje protagonista del libro se desinteresa de un mundo actual que no le
gusta ni le despierta curiosidad alguna: él mira en sus poemas los escenarios
donde podría haber sido feliz. Así, el tema principal del libro podría decirse
que es una meditación continua sobre la creación poética en sí y sobre la figura del poeta
como un ser elegido.
Bueno, tengo que decir, tengo que
reivindicar que mi poesía es absolutamente autobiográfica, escribo de lo que
vivo, de lo que experimento cada día acercándome a los libros, a la Cultura que
se nos dio. Uno intenta
vivir –es difícil- entregado a la poesía, siempre en busca o a la espera del
poema. A la caza. Esa –entiendo yo- es la labor del poeta, mantenerse en
tensión, quemar la vida por un buen poema. Y ése es el fuego del poema,
ese ‘fuego’ a que hace referencia el título. Porque luego, por otro lado, como
alguien dijo, la poesía ha de ser búsqueda de resplandor, ha de contener el oro
de la literatura, el fulgor iluminante del lenguaje. Y ése es el ‘oro’ del
título del libro, el oro del poema. Que nos salve los mejores momentos de
nuestra vida. Que nos proporcione la certeza de estar vivos.
Y he querido que apareciera en la portada
un detalle de un mosaico romano, un dibujillo del héroe Hércules luchando con
el león de Nemea, como sabéis, en el primero de sus doce Trabajos, para
arrancarle la piel y ponérsela encima y conseguir hacerse invulnerable a las
flechas, a su veneno, porque así también la poesía nos hace a nosotros
invulnerables al mundo, indestructibles. Y eso es lo que este libro intenta transmitir:
una fe en el lenguaje (al fin y al cabo la poesía es expresión), una fe en la
literatura y en especial en la poesía, un amor infinito hacia ella, que es la
verdadera protagonista del libro.
Con este libro yo creo que culmino el
camino emprendido hace unos años con Regreso a Alba Longa y que continuó
en Ritual de combatir desnudo. Diríamos que cierro así la que yo llamo
‘trilogía del combate’, que suena un poco a la guerra de las galaxias, pero que
es así. Entendiendo por combate, claro, ese despojamiento interior, esa lucha
clandestina del poeta contra sí mismo por encontrar ese poema que le haga
trascender al tiempo. Vuelve de nuevo a mis poemas la
tradición cultural pero entendida como ruptura, como rebeldía contra ese mundo
banal y uniforme en que vivimos y que ha olvidado por completo el pasado y que
vive como anestesiado.
Y volviendo a ese oro y a
ese fuego, a esa áurea fogosidad de que me hablaba ayer mi amigo Luismi aquí
presente, decir por último que la poesía, siendo como es un acto tan radical de
libertad, es un gran tesoro, un tesoro que incluso puede permanecer oculto sin
perder su fuerza. Nada le importa la difusión a la poesía, ella vive en la
reserva, como un dragón custodiando el misterio, conservando virgen la palabra
y la verdad, como un fuego sagrado. Muchas gracias.
Y ahora recitaremos, si os
parece, unos poemas del libro. Y luego nos tomamos un vino bien frío para
apagar este fuego.
Alfredo Rodríguez
presentación de DE ORO Y DE FUEGO
Librería Mequierovivir, Pamplona 29 de Mayo de 2012
