Surcos de Tierra Naba
Alfredo caro, por fin he encontrado un rato
tranquilo para hacer una primera lectura reposada de Urre Aroa.
He leído también con
calma el texto de presentación que escribiste para el momento, y que aparece en
tu blog. Urre Aroa es A.R. 100%, sin duda, pero quizá sea un texto más
existencial, profundo y depurado que los anteriores. Es curioso que, para hacer
este nuevo ejercicio, hayas optado por jugar desde la dramatización que recrea
a aquellos misteriosos y desarraigados poetas. Me alegro especialmente de que
hayas querido ser un 'hypocrites', porque ser otro temporalmente -aunque sepas
que eres invariablemente tú- es sano, enriquece el alma y te vuelve a enlazar
con el substrato profundo del mito, de la vida.
Al final, todos acabamos
hablando de esa inquietud efervescente que a cada uno agita a lo largo de sus
años, ese fuego intemporal y propio que es niño, adolescente, hombre y anciano
irredento. Tú tienes el tuyo, sin duda, y Urre Aroa es casi más brasa que
fuego, es el poso que permanece después de haber ardido la madera de nuestros
viejos barcos en desguace.
Ahora bien, si uno expone y comparte el peculiar
tornasolado de su perenne incendio, siempre sucede que acaba encontrando
cómplices -en todo o en parte- de ese calor anudado en las entrañas. Sin duda
esto acontecerá a quienes lean con reposo el eco de aquellos poetas que,
sorprendidos, asisten desde su patria moral a la feliz epifanía que les has
entregado.
Luis Miguel Alonso Nájera
14 Junio 2013
